domingo, 8 de mayo de 2011

Un estudiante más

Claudia Janahí García Salgado
El siguiente texto surgió como un trabajo de observación más, que mi maestro me había puesto como tarea pero, ¡quién iba a decir que se convertiría en uno de mis escritos preferidos! En él utilicé la imaginación, una de las mejores formas de iniciar la indagación sobre el mundo exterior e interior de los adolescentes de la Escuela Secundaria, lleno de misterios difíciles de descubrir. El resultado me dio tanta alegría, que mi corazón palpita aceleradamente cada vez que lo vuelvo a leer, dejando en mí una de las mayores satisfacciones en la vida, pues fue producto de mis primeras experiencias como futura docente:
     Estaba en el salón de clases de primer grado, en el turno vespertino, cuando pude observar cerca de mí a un adolescente inquieto; su mochila estaba muy descuidada, pues era evidente que la trataba como él se comportaba, muy mal. Entonces centré mi atención en su persona y comencé a imaginar…
     Seguramente su mamá no le llama la atención porque debe ser un ama de casa muy ocupada. Tal vez, el chico se comporta así porque su papá no vive con su mamá, sus hermanos y él. Como estudia por la tarde, seguramente al llegar a casa avienta su mochila en la cama de su cuarto, que está muy desordenado, por cierto, y se sale a jugar futbol a la calle. Regresa a su hogar como a las diez de la noche, cansado y empapado de sudor. Al entrar, puede ver que su mamá se encuentra muy molesta porque llegó demasiado tarde, mientras sus hermanos disfrutan de una rica cena. Él se pone de malas por los regaños de su mamá y decide no cenar. En vez de eso se encierra a ver la tele en su habitación, llena de misterios, telarañas, y una que otra pelusa pegada en las esquinas. Ahí pasa el tiempo, pensando en su amorcito que ve todas las tardes en la secundaria. Esa niña inquieta, morenita y de pelo negro, que le roba su mirada, a quien no pierde la oportunidad de abrazar y hacerle saber el cariño que siente por ella. Pensando en esto se queda profundamente dormido. Entre sueños puede escuchar cómo su mamá levanta los trastes de la cena. Por la mañana, continúa dormido hasta tarde, ¡son casi las diez! Para entonces, su mamá ya llevó a sus hermanos a la escuela, barrió la calle, hizo el aseo de la casa y preparó el desayuno, así que se dispone a despertarlo y preguntarle si no le dejaron tarea o si no la piensa hacer. Con voz somnolienta, él contesta que en unos momentos, pero el tiempo por las mañanas pasa tan rápidamente que apenas alcanza a desayunar. Al mediodía ya está casi listo para entrar al baño y darse una ducha, a fin de soportar el tormentoso calor que hay por la tarde. Media hora después se encuentra bañado y arreglado para ir a la secundaria. Su mamá ya le tiene listo sobre la mesa de la cocina, dinero para que compre de comer en la escuela. Él toma aquella mochila sucia pero llena de ilusiones, agarra el dinero y con un fuerte grito le dice a su mamá, ¡ya me voy! Al llegar a la esquina de su casa aborda la combi que lo llevará directamente a la puerta de la secundaria, donde tendrá un nuevo día de aventura, seguramente con uno que otro reporte, cortesía de sus maestros, que en realidad casi nada saben de su vida. Para ellos, él sólo es… un estudiante más.

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