viernes, 4 de noviembre de 2011

Programa del Foro: La práctica educativa como escenario de innovación

Secretaría de Educación Guerrero
Subsecretaría de Educación Media Superior y Superior
Dirección General de Operación de Servicios de Educación Media Superior y Superior
Departamento de Desarrollo Profesional del Magisterio
Subdirección de Formación Docente
Centro de Actualización del Magisterio de Iguala
Coordinación de Maestría en Educación, en competencias profesionales para la docencia, grupo Arcelia; Área de Investigación y Programa de Seguimiento de Egresados del CAM de Iguala


Foro:
La práctica educativa como escenario de innovación
2 y 3 de diciembre de 2011, Centro de Actualización del Magisterio de Iguala, Gro.
Carretera México-Acapulco, tramo Iguala-Chilpancingo. Km. 1.5, Col. Burócratas.
Programa:
2 de diciembre
16:00-17:00 horas.- Tertulia literaria, a cargo del Taller de Creación Literaria "Ethel Krauze" del CAM de Iguala, coordinado por el Mtro. Hermes Castañeda Caudana.
17:00-20:00 horas.- Primer bloque de lectura y discusión de ponencias.
3 de diciembre
9:00-11:00 horas.- Panel de expertos, con la participación del Dr. Eduardo Mercado Cruz, docente investigador del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México y el Dr. Inés Lozano Andrade, docente investigador de la Escuela Normal Superior de México. Ambos distinguidos académicos, son miembros del Sistema Nacional de Investigadores.
Moderadora: Mtra. Rosa Ilda Bello Jiménez del CAM de Iguala.
Relatora: Lic. Xóchitl Maldonado Padilla del CAM de Iguala.

11:00-13:00 horas.- Segundo bloque de lectura y discusión de ponencias.
13:00-13:30 horas.- Plenaria.
13:30-14:00 horas.- Ágape musical, a cargo del Taller de Música del CAM de Iguala, coordinado por el Lic. Jesús Moyo Álvarez.
14:00-14:10 horas.- Clausura por el Director del CAM de Iguala, Mtro. Javier Miranda Sosa.

Atentamente
El Comité Organizador
Mtra. Rosa Ilda Bello Jiménez
Mtro. Hermes Castañeda Caudana

Foro: La práctica educativa como escenario de innovación

Secretaría de Educación Guerrero
Subsecretaría de Educación Media Superior y Superior
Dirección General de Operación de Servicios de Educación Media Superior y Superior
Departamento de Desarrollo Profesional del Magisterio
Subdirección de Formación Docente
Centro de Actualización del Magisterio de Iguala
Coordinación de Maestría en Educación, en competencias profesionales para la docencia, grupo Arcelia; Área de Investigación y Programa de Seguimiento de Egresados del CAM de Iguala
                                                                                         
Convocan a profesores, estudiantes y egresados de licenciatura y posgrado de Instituciones de Formación Docente y otras Instituciones de Educación Superior al Foro:

La práctica educativa como escenario de innovación
2 y 3 de diciembre de 2011, Centro de Actualización del Magisterio de Iguala, Gro.
Carretera México-Acapulco, tramo Iguala-Chilpancingo. Km. 1.5, Col. Burócratas.
Propósito: Propiciar el intercambio de experiencias en el escenario de la práctica educativa cotidiana, que den cuenta de la generación y aplicación innovadora de conocimiento por parte de docentes y futuros maestros.

Mesas temáticas:

1. La reflexión como una forma de encuentro y de respuesta a los problemas del aula.
Moderadores: Álvaro Benigno Pita Ocampo y Reyna Ramírez Santana (Centro de Maestros 1206 de Iguala, Gro.)

2. Enseñanza reflexiva, mirar lo que se hace en el aula.
Moderador: Tonatiuh Mosso Vargas (Escuela Normal Regional de la Montaña "José Vasconcelos" de Tlapa de Comonfort, Gro.)

3. Identificar y explorar nuestras propias prácticas y creencias subyacentes.
Moderador: Rafael Román Miranda (CAM de Acapulco).

4. Una práctica conveniente: lo que funciona y no funciona en el aula.
Moderador: Silverio Brito Patiño (Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Gro.)

5. Cambios en la práctica profesional, a la luz de la experiencia.
Moderador: Leobardo Mosso Vázquez (CAM de Acapulco).

6. Pensar creativamente sobre cómo la práctica se puede mejorar.
Moderadora: María del Carmen Xicoténcatl Osorio (CIDHEM).


Formato de ponencias:
Las ponencias (sobre avances o conclusiones de indagaciones o investigaciones) deberán sujetarse a las siguientes especificaciones:
a)   Extensión mínima de 1800 y máxima de 2000 palabras en letra arial 12, a 1.5 espacios, incluidas las fuentes de consulta.
b)   Además, deberá incluirse un resumen con un máximo de 250 palabras.
c)   Las ponencias deberán enviarse por correo electrónico, y acompañarse de una hoja de datos donde se especifique: Título de la ponencia, área temática, autor, institución y correo electrónico. (En caso de que la temática de la ponencia no coincida con el área temática, el comité organizador tiene la facultad de ubicarla en la que corresponda).
d)  Las ponencias deberán entregarse además, el día del evento, de forma impresa.
e)  Para efectos de indagaciones o investigaciones colectivas, definir al expositor.

Recepción y dictaminación de ponencias, e informes:
Fecha límite para la recepción de ponencias: 22 de noviembre de 2011.
Emisión de dictámenes a las ponencias aceptadas, vía correo electrónico: 25 de noviembre de 2011.
Recepción de ponencias en el correo electrónico: hermes.cam.iguala@gmail.com
Informes vía telefónica: (01) 7333325231, con:
Mtra. Rosa Ilda Bello Jiménez, coordinadora de la Maestría, grupo Arcelia.
Mtro. Hermes Castañeda Caudana, jefe del Área de Investigación y responsable del Programa de Seguimiento de Egresados del CAM de Iguala.


martes, 20 de septiembre de 2011

Programa del Foro: Práctica y reflexión docente. Una mirada diferente


Secretaría de Educación Guerrero
Subsecretaría de Educación Media Superior y Superior
Dirección General de Operación de Servicios de Educación Media Superior y Superior
Subdirección de Formación Docente
Centro de Actualización del Magisterio de Iguala
Coordinación de Maestría en Educación, en competencias profesionales para la docencia, grupo Arcelia; Área de Investigación y Programa de Seguimiento de Egresados del CAM de Iguala
Cuerpo Académico Formación Docente, Prácticas, Curriculum e Instituciones Educativas

Foro: Práctica y reflexión docente. Una mirada diferente
1º de octubre de 2011, Centro de Actualización del Magisterio de Iguala, Gro.
Carretera México-Acapulco, tramo Iguala-Chilpancingo. Km. 1.5, Col. Burócratas.

Programa:
9:00-11:00 horas.- Conferencia Magistral, impartida por el Dr. Eduardo Mercado Cruz, docente investigador del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México, miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
11:00-12:30 horas.- Primer bloque de lectura y discusión de ponencias.
12:30-12:45 horas.- Coffe break.
12:45-13:30 horas.- Segundo bloque de lectura y discusión de ponencias.
13:30-14:00 horas.- Plenaria.
14:00-14:10 horas.- Ofrecimiento por parte de la subdirectora académica, Mtra. Flor Añorve Ocampo, de un ágape musical a cargo del conjunto Los Alday, de Teloloapan, Gro.
14:10-14:50 horas.- Ágape musical: Conjunto Los Alday.
14:50-15:00 horas.- Clausura por el Director del CAM de Iguala, Mtro. Javier Miranda Sosa.

Atentamente
El Comité Organizador
Mtro. Pedro Ortiz Oropeza
Mtra. Rosa Ilda Bello Jiménez
Mtro. Hermes Castañeda Caudana

Convocatoria del Foro: Práctica y reflexión Docente. Una mirada diferente


Secretaría de Educación Guerrero
Subsecretaría de Educación Media Superior y Superior
Dirección General de Operación de Servicios de Educación Media Superior y Superior
Subdirección de Formación Docente
Centro de Actualización del Magisterio de Iguala
Coordinación de Maestría en Educación, en competencias profesionales para la docencia, grupo Arcelia; Área de Investigación y Programa de Seguimiento de Egresados del CAM de Iguala
                  Cuerpo Académico Formación Docente, Prácticas, Curriculum e Instituciones Educativas

Convocan a profesores, estudiantes y egresados de licenciatura y posgrado de Instituciones de Formación Docente y otras Instituciones de Educación Superior al Foro:
Práctica y reflexión docente. Una mirada diferente
1º de octubre de 2011, Centro de Actualización del Magisterio de Iguala, Gro.
Carretera México-Acapulco, tramo Iguala-Chilpancingo. Km. 1.5, Col. Burócratas.
Propósito:
Propiciar el intercambio de hallazgos de indagación o de investigación, que den cuenta de cómo los enseñantes y los aprendices, contribuimos a la reflexión sobre lo educativo, a partir de la mirada de quien se distancia de su propia práctica, para comprenderla y transformarla.

Mesas temáticas:
1.   La escuela como institución social mediadora entre la sociedad, los saberes culturales y los alumnos.
Moderadora: Mtra. Rosa Ilda Bello Jiménez.
2.   Ser docente. Trayectos formativos desde el aula.
Moderador: Mtro. Pedro Ortiz Oropeza.
3.   Perspectiva de docente profesional hacia la gestión institucional.
Moderadores: Mtro. Javier Miranda Sosa y Mtra. María Elena Fernández Salgado.
4.   La práctica docente como espacio de reflexión, indagación, generación y reconstrucción del saber.
Moderador: Mtro. Hermes Castañeda Caudana.

Formato de ponencias:
Las ponencias (sobre indagaciones o investigaciones en cualquiera de sus fases) deberán sujetarse a las siguientes especificaciones:
a)   Extensión mínima de 2000 y máxima de 2200 palabras en letra arial 12, a 1.5 espacios, incluidas las fuentes de consulta.
b)   Además, deberá incluirse un resumen con un máximo de 250 palabras.
c)   Las ponencias deberán enviarse por correo electrónico, y acompañarse de una hoja de datos donde se especifique: Título de la ponencia, área temática, autor, institución y correo electrónico. (En caso de que la temática de la ponencia no coincida con el área temática, el comité organizador tiene la facultad de ubicarla en la que corresponda).
d)   Las ponencias deberán entregarse además, el día del evento, de forma impresa.
e)   Para efectos de indagaciones o investigaciones colectivas, definir al expositor.

Recepción de ponencias e informes:
Fecha límite para la recepción de ponencias: 28 de septiembre de 2011.
Recepción de ponencias en el correo electrónico: hermes.cam.iguala@gmail.com
Informes vía telefónica: (01) 7333325231, con:
Mtra. Rosa Ilda Bello Jiménez, coordinadora de la Maestría, grupo Arcelia.
Mtro. Hermes Castañeda Caudana, jefe del Área de Investigación y responsable del Programa de Seguimiento de Egresados del CAM de Iguala.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Alas de mariposa

Hermes Castañeda Caudana
Para ciertas culturas prehispánicas el alma de los guerreros podía volver al mundo terrenal y manifestarse bajo diversas formas; por ejemplo, de animales, incluso bajo la apariencia de suaves y delicadas mariposas.
     ¿Será acaso que en esencia las personas conservamos la fragilidad que en nuestros años de infancia nos caracterizó y, si alguna vez llegamos a revestirnos de aspereza, nuestro interior sigue albergando seres sensibles y desprotegidos? No lo sé a ciencia cierta, sólo lo pienso a veces y la vida, también a veces, me lo confirma.
     Como cuando, al regresar a trabajar al pueblo de Ahuelicán localidad indígena de la región norte del estado de Guerrero, donde había sido docente y director por varios años, encontré tantas cosas cambiadas, tantas personas con sus rostros distintos a los que me eran familiares, con sonrisas desaparecidas, con dolores añadidos; pero también hallé caras nuevas y sonrisas brillantes como el sol entre las montañas de aquellas tierras, adonde puedo decir que pasé algunos de los años más gratificantes de mi vida como maestro. ¿Que por qué parece que le doy tantas vueltas al asunto? Es que de repente no sé cómo explicar el hecho de que alguien muera sin morir del todo, como ocurrió con uno de mis mejores alumnos, Juan, a quien yo dejé casi de doce años cuando, por razón de iniciar a probar suerte en otros ámbitos dentro del terreno educativo, me ausenté de la escuela por un tiempo.
     Juan estuvo... No está, no estará más y, sin embargo, vive aún... ¡Es que no sé cómo decirlo! ¡Es que no logro explicar con mi lenguaje técnico, de quien conoce definiciones en torno al género, qué es lo que pasa realmente cuando un capullo se abre y de él emergen formas distintas a las que, como orugas, en él se refugiaron!
     Juan ya no existe. En su lugar, una hermosa mujer muy parecida a quien fue mi alumno se acercó a la escuela a saludarme un día, despertando a su paso toda clase de comentarios ante los cuales su erguida figura se espigaba cada vez más en lugar de doblarse, manteniendo en todo momento una mirada altiva y un gesto de quien se sabe segura de sí, de quien conoce muy bien que las burlas y las ofensas rebajan más a quien las hace que a aquella persona a quien pretenden dirigirse.
     Ella llegó hasta mí y, muy atenta y respetuosamente, me tendió la mano; le cedí la silla donde me hallaba sentado pues era la hora del recreo y tomaba mis alimentos afuera de mi salón acompañado por dos de mis compañeros, en cuyos rostros inmediatamente se dibujaron sonrisas de burla que intercambiaron entre sí por mi gesto espontáneo de amabilidad hacia nuestra visitante.  Conversé con ella, me dio la bienvenida y, ciertamente, me causó extrañeza el que al despedirse me dijera: “Qué bueno que ya regresó, siempre pensé que no volvería”, con el típico acento de quien habla el castellano como su segunda lengua.
     “¿Qué?, ¿no te diste cuenta? ¡Vas a quemarte delante de los niños!” Me dijeron mis compañeros. Entonces comprendí. Yo había reconocido esos ojos, eran los mismos que tantas veces contemplé anegados de  lágrimas de incomprensión y de rechazo; aquellas manos cuyas venas resaltaban eran las mismas que más de una vez vi apretarse de rabia e impotencia cuando los niños de la escuela le gritaban: “¡Puto! ¡Pinche marica! ¡Desgraciado maricón!” Sí, era él, Juan. Más, luego, reflexioné: “No, Juan, en cierta forma, no existe más, ha dado paso a un ser humano que conserva su esencia, pero tiene otra forma”.
     En la primera oportunidad, ella me abrió su corazón, me mostró su valor y me confió sus razones para volver al pueblo: “¿Qué más da lo que piense la gente? Ni yo les quito, ni que ellos se metan conmigo, yo no le hago mal a nadie, de hecho ya no vivía aquí, maestro, regresé para pasar el año luego de que mamá murió, y nada más. Después me iré, yo tenía mi trabajo en Estados Unidos, era estilista...”  Y entonces me mostró sus identificaciones. Sexo: Femenino.
     A veces las clasificaciones les quedan cortas a los sentimientos. En ocasiones no hay explicación necesaria más que la que uno le debe a sus sueños de infancia. ¿Y qué hacer cuando en la infancia el sueño de uno no es ser quien se es por fuera?
     Y entonces es cuando Maileen se abre paso ante la gente y hace su llegada al baile del pueblo, al concurso de disfraces de la escuela –invitada por mí– para fungir como jurado en la mesa de honor aunque en medio de abucheos, para salir a hacer ejercicio en las tardes aún ante el riesgo de ser insultada, agredida, ultrajada. ¿Cuántas caras tiene la intolerancia y hasta cuándo vamos a disfrazarla de apertura?
     Mis compañeros comían y bebían en su casa, al menos dos veces cada semana; Maileen les cortaba el cabello sin cobrarles un centavo y les atendía de lo mejor. Pero, cuando se trataba de tener un gesto de amabilidad con ella, en público, ¡nadie se atrevía a hacerlo!, pero sí se atrevían a suponer que con cualquiera de ellos –“apuestos y galanes”– ella sería feliz en la intimidad.
     ¿Qué es lo realmente aborrecible?
     ¿Por qué seguimos manteniéndonos neutrales en nuestras escuelas ante el irrespeto hacia la diversidad sexual? O lo que es peor, ¿por qué tantas veces son los propios profesores quienes se muestran más intolerantes, más ignorantes?
     ¿Cuántos “Juanes” están ahora mismo sufriendo agresiones a su personalidad en sus escuelas, en sus grupos de clase?
     ¿Hasta cuándo? ¡Hasta cuándo!
     No podemos negarnos a actuar para construir un mundo más habitable para todas las personas. Como maestros, precisamos aprender –para después enseñar a los niños y jóvenes–, a respetar al otro como parte del respeto a uno mismo. Porque cuando se ofende al prójimo, la ofensa se revierte y a quien deshonra, en realidad, es al agresor.
     ¿Será posible entender que simplemente hay muchas formas posibles de ser y de estar en el mundo, y que ninguna es mejor que otra porque solamente cada persona conoce cuáles son sus motivaciones, sus deseos y sus sueños?
     Cada uno es otro color y hay muchas tonalidades posibles. Como matices en las alas de las mariposas.

viernes, 20 de mayo de 2011

Mi profesión docente, su sentido y significado

Eugenia Araceli Castañeda Caudana
“No fue mi decisión, sólo la única opción, pero le agradezco a mamá y a papá porque fue su mejor imposición: ¡maestra o nada!”
Podría empezar diciendo que tenía esa vocación desde pequeña, pero sería mentira, lo que pasa con las niñas y los niños cuando juegan a ser maestras o maestros es común, debido a que es la profesión inmediata con la que tienen más contacto. Eso pasó conmigo: acuden a mí los recuerdos tan claros, como si no hubiesen transcurrido ya tantos años; por las tardes, después de comer y hacer la tarea corría a mi rincón de juegos e improvisaba un aula de clases: colgaba un pizarrón de lámina en un clavo, colocaba las sillas simulando mesas y volteaba algunas cubetas para que fuesen sillas. Siempre me las ingeniaba para tener gises, cuadernos y libros del ciclo escolar anterior. Si tenía suerte, mi hermano menor jugaba conmigo para representar a uno de mis alumnos; el resto del grupo, eran mis muñecas y muñecos colocados ahí, en lo que pretendían ser las butacas, y en el espacio del supuesto recreo, nos colábamos en la cocina para robar lo que había sobrado de la comida, a fin de que fuera parte de nuestro improvisado refrigerio.
     No recuerdo en qué momento cambié esos juegos por otras inquietudes. Tal vez cuando inicié la adolescencia dejé olvidadas mis muñecas, y empecé a preocuparme por vestirme coqueta y maquillarme para verme un poco mejor.
     Cuando cursaba el tercer grado de secundaria se dio un cambio en la carrera para llegar a ser maestro, a partir de ese año tendría que cursar la preparatoria antes de entrar a la normal. Al encontrarme estudiando el bachillerato pedagógico, la verdad fue que mis inquietudes cambiaron, ya no deseaba ser docente, mi nuevo sueño era ser psicóloga, quizá para hallarle alguna explicación a las cosas injustas que a veces les suceden a las personas en su infancia, y con las que tienen que vivir el resto de sus vidas, como si arrastraran a cuestas una pesada carga. Sin embargo, mis padres daban por hecho que yo sería maestra porque, según ellos, era “mi vocación desde niña”, ¡únicamente por haber dramatizado durante años esa profesión!
     Al finalizar el bachillerato, solicité ficha de educación primaria en el Centro Regional de Educación Normal de Iguala, Guerrero. Cuando llegué a casa me regañaron y, como aún era manipulada principalmente por mi padre, regresé a cambiar mi ficha por la de educación preescolar, porque le tenía miedo. No supe cómo defender mi decisión. Sin embargo, paradójicamente es aquí donde inicia la historia de lo que ahora es mi pasión, y que forma una parte maravillosa de mi vida, un claro ejemplo de que no necesariamente debemos tener “vocación”, sino asumir con responsabilidad lo que nos correspondió hacer, ya sea por decisión o por azares del destino… ¡o porque simplemente así tuvo que ser!
     El amor hacia la profesión como licenciada en educación preescolar, inició en el momento en que al llegar a mi primera asignación en un centro de trabajo conocí a esos niños y niñas de miradas tristes y, otras, alegres, que confiaban en mí. Para ellos y ellas lo que decía era importante. Esos seres que platicaban conmigo y me escuchaban, para quienes era muy especial. Ahí, en ese espacio llamado aula de clases, donde podía tomar decisiones propias acerca de la forma en que iba a desarrollar mi práctica docente… en medio de aquellas circunstancias, surgió un vínculo significativo entre mi profesión y yo.
     Sé que es difícil de creer, quizá esté mal que lo diga, pero estoy convencida que en mi trabajo más que mis conocimientos, tiempo y dedicación, algunas veces he dado también el corazón. Cada generación que veo partir ha dejado recuerdos y aprendizajes importantes. También quiero pensar, que mis enseñanzas han servido como cimientos para los sueños de otros seres humanos. Me he identificado con muchos de esos niños y niñas; al verlos desprotegidos he tratado de ayudarlos en la medida que me ha sido posible, porque me trasladan a los trocitos tristes de mi infancia y, sin saberlo, se han llevado chispas de mi cariño. A pesar que en el recorrido no he dejado de encontrar ciertas dificultades para llevar a cabo el proceso de enseñanza, por la actitud que a veces muestran los padres o madres de familia, o bien, debido a los escasos recursos o pocas posibilidades de las comunidades, que limitan las ideas creativas que se me ocurren frecuentemente, no obstante todo ello, las satisfacciones que he recibido son la mayor recompensa. Sé que podría estar viviendo equivocadamente, muchas veces he recibido críticas por mi dedicación, tal vez exagerada, hacia mi vida profesional, que siempre me ha gustado más que la personal, porque ser maestra me ha permitido ser auténtica: ser yo misma, porque trabajo con pequeños seres excepcionales, que aún no tienen prejuicios ni lastiman, tanto como llegan a hacerlo algunas personas adultas. Y pensando detenidamente reflexiono: después de todo aquí también se aplica la psicología, para tratar y comprender a las pequeñas personitas que están mi cargo año tras año, o para ponerse en el lugar de los padres y madres de familia, que en ocasiones buscan nuestros consejos porque piensan que lo sabemos todo, solamente por ser maestros o maestras. Asimismo, para convivir y mantener relaciones cordiales con el personal de la institución, con quienes aunque a veces no coincidimos en opiniones, debemos mostrar respeto, porque forman parte de nuestra otra familia provisional, al menos durante el tiempo que coincidimos en la trama que se teje día a día, en todo plantel educativo.
     No llegué hasta aquí por decisión propia, no obstante, en el presente sigo firme en la convicción de permanecer en esta profesión, porque es la mejor parte de mí, y ya no importa cómo inició este viaje, hoy agradezco a las circunstancias que me permitieron ¡llegar a ser maestra!

domingo, 15 de mayo de 2011

Ser Maestro

Azael Camiña
Dedicado a esos niños que me llevan de la mano para aprender,
mientras les enseño a escribir sus sueños.
Mil novecientos noventa y seis. Traté de levantarme en medio de la oscuridad; al intentar encender la luz de la habitación, el tacto áspero y frío de la pared de piedra me confirmó que no era un mal sueño. Se trataba de la cruda realidad, misma, que también padecía en el cansancio de mis piernas, que no me permitía olvidar la caminata realizada horas antes a través de la sierra de la región centro del estado de Guerrero. Acababa de iniciar mi servicio en el CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo). Me habían asignado a la comunidad de San Vicente Norte, municipio de Heliodoro Castillo. Aquella era la primera vez que salía de casa, sin embargo, la necesidad y las ganas de continuar estudiando me hicieron tomar esa decisión que me marcaría para siempre…
     No puedo decir que aquella experiencia fuera grata en un inicio, muestra de ello es que por ser hombre nunca me fueron a recoger en “bestia”, por tanto, tenía que caminar más de cuatro horas en medio del cerro, con todo y las dificultades que la naturaleza me deparaba: encontrarme con tilcuates, lo mismo que beber del único ojo de agua que había en el camino, por lo que muchas veces ingerí el vital líquido mezclado con orín de las vacas, entre otras situaciones que viví en aquellos escenarios, mudos testigos de mis momentos de desesperanza, cuando deseé “tirar la toalla” y así desistir de aquella osadía de ser maestro, no obstante, tanto mi necesidad como mis ganas eran mayores que los inconvenientes.
     Los primeros días fueron difíciles, ello, implicó adaptarme a nuevas circunstancias; tener piedras a un lado mientras iba a defecar, para poder espantar a los puercos; bañarme a escondidas, comer jabalíes, armadillos, tlacuaches, y sólo ocasionalmente pollo, así como carne de marrano, únicamente si se celebraba alguna fiesta… ¡Tratar de enseñar en un grupo multigrado de 25 estudiantes!, labor, que compartía con otro instructor comunitario, ante la falta de disposición de maestros normalistas que, como es común, sitúan lejos de sus expectativas este tipo de contextos, dado que, si fuese su elección, preferirían trabajar a la vuelta de su casa. Ante las circunstancias que enfrentábamos, incluso pensamos en inventar algún problema para que fuésemos asignados a otra localidad más cercana, en condiciones menos adversas, ello, inducido por la incertidumbre, la inexperiencia, y, ¿por qué no decirlo?, el miedo…
     Todavía recuerdo las reuniones de padres de familia a las que asistían exclusivamente los varones, en tanto las mujeres se limitaban a mirar desde lo lejos mientras sostenían en sus cabezas pesadas cubetas llenas de agua. Los hombres, por su parte, como todos unos “valientes”, debatían sobre el futuro de los niños y niñas con las pistolas a la cintura, respaldando sus decisiones tras argumentos que exponían cual si fuesen irrebatibles, como aquella vez que aclararon que si habían desechado los libros de ciencias naturales, era porque no querían que sus hijos tuvieran clases donde se mostraran cuerpos desnudos, agregando contundentemente que no era apropiado “enseñar esas pendejadas”, además de que ni se nos ocurriera tocar el tema; posición, que me permitió entender por qué Azucena llegó un día a la escuela con el miedo alojado en el rostro, a punto de perder la cordura, debido al temor de que su padre la matara porque según ella estaba embarazada, ¿la causa de su desgracia? Tiburcio le había tocado la mano… ¡Cómo olvidar esos nombres que cada año escolar veo reflejados en otros ojos!
     En medio de las circunstancias descritas, durante los primeros años de mi experiencia como profesor, creo que tanto mi compañero Rolando desertor de la licenciatura en ciencias de la comunicación, como yo, establecimos el compromiso de aguantar. Acuerdo, que en noches de lluvia como ésta aún evoco y me parece que acabara de suceder… sin embargo, hubo un acontecimiento que tuvo especial relevancia, misma que ha trascendido el paso del tiempo, dado que lo tengo presente cada vez que reflexiono acerca de cómo llegué a ser maestro:
     Eran las últimas lluvias; Rolando y yo ya nos habíamos resignado, ¡ni modo!, esa noche no cenaríamos. El agua caía torrencialmente desde antes de llegar a Las Pascuas, comunidad cercana a la nuestra, de la cual provenían algunos de los niños y niñas a quienes dábamos clases. La noche, repentinamente se veía iluminada por los relámpagos, mismos que parecían tan cercanos que daba la impresión de que en cualquier momento podríamos tocarlos, no así a las estrellas, que miedosas debido a esas condiciones inclementes, se escondieron. De pronto, en medio de aquel diluvio alcanzamos a ver “algo” que corría entre las sombras. Para ser honestos, coincidimos en que tal vez era un duende que había descendido desde el cielo en un rayo, únicamente para asustarnos…
     Entonces, el ruido de la tranca que se abría cortó el hilo de nuestras especulaciones y le dio paso a él, mi alumno de primer grado, de quien sus apellidos se han esfumado de mi memoria con el transcurrir de los años, pero su nombre, dudo que algún día se vaya: ¡era Ángel!, quien muerto de miedo, con un llanto que se confundía con la lluvia que escurría por su rostro, llegó hasta la escuela llevando consigo café, frijoles y tortillas calientes, preciado tesoro que había resguardado con su propio cuerpo. Preocupado, le pregunté: “¿Por qué estás aquí? ¿Acaso no viste que iba a llover?” Ante mis interrogantes, con voz entrecortada me dijo: “…es que ustedes son los maestros, y ni modo que se quedaran sin cenar”. Entonces, el agua de lluvia también bañó mi rostro, a pesar de no haber estado a la intemperie, como sucede hoy, mientras escribo estas líneas…
     Nunca alguien se había preocupado por mí, y ahora él, ese Ángel que era un demonio por sus incontables travesuras, me concedía un valor por el trabajo que realizaba. Ello me hizo sentir especial. Por ese gesto de aprecio, fue que decidí concluir no solamente aquel ciclo escolar 1996-1997, en esa localidad a la que jamás he vuelto, sino también enamorarme de lo que soy…
     Quise ser maestro, no por carecer de otra opción, sino porque a los dieciocho años comprendí la importancia de comprometerme con lo que hacía, impulsado por las ganas de mostrar que los seres humanos somos quienes forjamos nuestra vida, ello, se convirtió en un camino que empecé a andar entre aciertos y tropiezos, mismo que no ha sido fácil, pero, ¿qué caso tendría que lo fuera? Hoy, tras concluir ocho años como licenciado en educación primaria, me doy cuenta que ningún esfuerzo ni logro es suficiente, siempre necesito continuar esmerándome por ser mejor, durante el tiempo que dure esta fantástica aventura de Ser Maestro.

El sentido de mi profesión docente

Ma. Candelaria Vargas Quiroz
Esta mañana, desde un pequeño agujero entre las tejas del techo de mi casa, un delgado, cálido y brillante rayo de sol llegó hasta mi cara y me despertó. En ese momento también sentí cómo el aire entró por mi ventana, rozó mis mejillas, enfrió mis brazos y me hizo estornudar. Desperté por fin: mi día había iniciado. Lavé mi cuerpo con agua caliente, porque no quería agudizar mi tos, bebí un poco de café, tomé mis libros, salí de casa y me dirigí hacia la Escuela Normal Regional de Tierra Caliente (ENRETIC). Ahí, adonde asisto cada fin de semana desde hace quince meses y me preparo profesionalmente para obtener el grado de Maestra en Educación, en competencias profesionales para la docencia.
     Saludos, abrazos, reencuentro entre compañeros, historias que contar, nuevas noticias; todos queríamos comentar acerca de nuestros días de vacaciones. Transcurridos los minutos, los asesores llegaron, y nos hicieron “regresar” a nuestras aulas y a nuestros inicios como docentes. Recordamos el largo, o en unos casos, corto camino recorrido, mediante una interrogante que para la mayoría resultó un poco complicada de responder: ¿Cuál es el sentido de mi profesión? Inevitablemente, recordé aquellos días en que iniciaba mi formación docente en la Escuela Normal, mis primeras desveladas realizando tareas y la insistente pregunta por parte de los maestros, del por qué quería ser maestra, a lo que en ese entonces respondía: “porque debo tener una profesión”, “porque es más cómodo para mis padres y para mí asistir a una Escuela Normal, cerca de mi casa”, “porque es un empleo seguro y sencillo”.  Esas eran las verdades que me movían, y me llevaban cada día hasta el salón de clases.
     Hoy me encuentro aquí, nuevamente en la ENRETIC, compartiendo con veintidós colegas, aprendizajes y experiencias que aplicaremos en nuestra práctica a fin de mejorarla, pero, ¿en qué momento dejé de pensar en mi profesión como un simple empleo? Tal vez mi memoria me engaña al evocar una explicación errónea, pero mi alma no podrá mentirme. ¿Qué es lo que siento cuando veo que mis alumnos han aprendido a recortar, a contar, a saludar todos los días y a despedirse?, ¿qué emociones acuden a mí al verlos ayudarse mutuamente, inventar un cuento, llevar un recado, corregir a sus propios padres y hermanos porque han pronunciado mal una palabra, han dicho un disparate o han mostrado una actitud  equivocada? Es en ese momento cuando mi ser se alegra, y en verdad me siento importante para los demás, reconozco que hay alguien que necesita de mí y que, como docente, tengo la capacidad de apoyar a ese niño o niña, para que se descubra a sí mismo, sepa cómo ser autónomo, conozca de qué manera comunicarse para expresar sus necesidades, tenga conciencia de su propio cuerpo, se familiarice con su entorno, conviva armónicamente con los otros y piense que le corresponde aportar algo a su sociedad. Esto es lo que me emociona al momento de realizar mi práctica docente, así como convivir con los niños fuera de la escuela, en aquellas tardes en que salgo a practicar deporte en la cancha del pueblo, me encuentro con ellos y comienzo a jugar. En esos momentos platicamos de sus actividades diarias, los miro jugar, en tanto conducen a sus hermanos pequeños de la mano, diciendo: “él no sabe porque está chiquito”. Es entonces cuando veo que mis alumnos crecen y aprenden, incluso cuando a simple vista estos procesos son invisibles. Es donde me doy cuenta que realmente existo como persona y como docente, porque mi trabajo cotidiano influye en los demás, positiva o negativamente. Pero, no sólo en la práctica encontré el sentido a mi profesión, sino cada día al aprender tantas cosas de mis padres, cosas que, de haberlas olvidado, no sería lo que soy ahora. Ellos, siempre con el gran deseo de que sus hijos fueran los mejores, dedicaban su tiempo a enseñarnos valores, modales y oficios que hoy constituyen nuestra esencia. Son los padres los primeros enseñantes, quienes influyen en la vida de las personas. Sin duda también hay otros más quienes, aún sin ser docentes, se convierten en nuestros maestros al guiarnos hacia el aprendizaje. Profesores, padres y amigos, siempre se aprende de ellos pues como humanos tenemos la necesidad de relacionarnos para desarrollar las capacidades innatas y adquirir otras nuevas, que nos sirvan para adaptarnos al contexto donde crecemos, por lo tanto, ¿de quién aprenderemos si no es de nosotros mismos y de nuestros semejantes?, ¿qué razón tendría ser humanos si no compartiéramos mutuamente? ¿Qué sentido tendría el sol si únicamente sirviera para avisarnos que llegó un nuevo día?, ¿qué sentido tendría el agua si no nos diera vida, y el aire, si sólo sirviera para despertarnos en las mañanas porque golpeó una ventana? Existen y son importantes porque necesitamos de ellos. Un maestro no puede ser sol, no puede ser agua ni aire pero existe y permanece porque otros hombres y mujeres le necesitan para crecer, como esa planta precisa del agua, del sol, suelo y aire, para vivir.